FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO


San Pedro de Macorís - República Dominicana, 1910-1943

VIEJO NEGRO DEL PUERTO

Viejo negro del puerto, 
hace mucho que vengo mirando 
la oscura silueta de tu cuerpo manso, 
deslizarse, en silencio, en las noches, 
del muelle a lo largo; 
por recintos cargados de sombra 
con tu fardo de penas a espaldas, 
yo te he visto escrutando, a lo lejos, 
algún raro misterio 
perdido en lo alto... 
y te he visto, sumiso, 
responder al reclamo, 
-de ese grito silente de tu alma-; 
cuando aspiras el humo en tu pipa 
en profundas y lentas bocanadas... 
Y te he visto, también, 
deshilar el fulgor 
de tus ojos noctámbulos 
por las aguas plateadas... 
¡Viejo negro del puerto! 
Esta noche de niebla es propicia 
al rito mudo de tu fervor atávico; 
prende tu pipa fuerte, 
embriágate de trópico 
sumérgete en ti mismo 
y apura tu nostalgia... 
Escancia la tortura de tu alma 
en un festín inmóvil con tus ansias: 
Insúflate en la nada, 
penetra los abismos insondables, 
fija la indescriptible quietud 
de tu mirada, 
y acorta la jornada redentora 
de tu retorno al África... 
Viejo negro del puerto, 
retorna en el espíritu 
a tu selva sagrada. 
Embárcate en la leve piragua imaginaria 
de tu inconsciente mártir, 
-y llora inconsolable- 
que en esta noche lánguida 
sólo un millón de estrellas 
verán correr tus lágrimas... 
Viejo negro olvidado; 
beodo iluso de agonías nocturnales; 
yo he visto: muchas veces, tu herida destilando 
llamaradas intensas de fugas ilusorias 
y tus pupilas mansas 
se han teñido de selva 
en actitud fantástica... 
¡Viejo negro del puerto! 
¿qué deseo te taladra? 
¿Qué mística idolátrica 
penetra tus entrañas 
que, inmóvil como estatua, 
te embriagas de fulgor 
de mis estrellas lánguidas...? 
Inútilmente sueñas 
con tu retorno al África. 
Si pudieras tejer con tus brazos 
un pedazo de jungla flotante 
y dejarte arrastrar por los mares... 
o tejer con clarores de luna 
un velamen muy blanco y extraño 
y dejarte impulsar por el aire: 
-¡Qué aventura tan grande! 
¡Viejo negro del puerto!: 
¡Quisiera consolarte!

Comentarios