HRISTO BOTEV

“Quien por la libertad cae, no muere nunca, a él le lloran cielo y tierra, plantas y fieras, y en sus cantos los vates loan".
Hristo Botev
Kalofer-Bulgaria , 1848 – Vola Peak, cerca de Vratsa, 1876


COMPARTIENDO EL BOTÍN


Somos hermanos de espíritu, tú y yo,

abrigando los mismos ideales,

y creo que no existe nada en este mundo
de lo que nos debamos arrepentir, tú y yo.

La posteridad nos juzgará,
hicimos el bien o el mal,
pero por ahora, mano a mano,
¡caminemos hacia adelante, con pasos más seguros!

El sufrimiento y la pobreza en una tierra extranjera
fueron nuestros compañeros de vida,
pero los compartimos como hermanos
y las compartiremos de nuevo, los dos...

Compartiremos coros de reprimenda, tú y yo,
y sufriremos la burla de los tontos,
sufriremos, pero no lloraremos
bajo tormento humano de ningún tipo.

Y no inclinaremos nuestras cabezas
ante pasiones e ídolos profanos:
nuestras dos tristes liras
nos han contado lo que hay en nuestros corazones.

Así que adelante ahora, con espíritu e ideales,
a compartir por última vez el botín:
a cumplir con nuestro juramento sagrado,
¡hacia la muerte, hermano, vayamos hacia la muerte!

A MI AMOR PRIMERO

" Deja esa canción amorosa, 
no fluyas en mi corazón veneno, - 
soy yo joven, pero juventud no recuerdo, 
y si recordara, no remuevo 
esto, que yo llegué a odiar 
y ante ti con mis pies he pisoteado. 

Olvida el tiempo cuando lloraba 
para mirada querida y un suspiro: 
esclavo fui entonces - cadenas arrastraba, 
para una tuya sonrisa 
demente yo al mundo despreciaba 
mis sentimientos en la cal envolvía! 

¡Olvida tú aquellas locuras, 
en ese pecho ya amor no ilumina 
y tú no puedes despertarlo 
allá, donde tristeza profunda reina, 
donde todo en heridas cubierto 
y corazón maligno en maldad se desenvuelve! 

Tú tienes voz hermosa - joven eres, 
¿pero oyes cómo el bosque canta? 
¿Oyes cómo los pobres lloran? 
¡Para esa voz anhela mi alma, 
y allí se arrastra el corazón herido, 
allí, donde es en sangre hundido! 

¡Oh, quita esas palabras veneno! 
¡Oye cómo gime bosque y hojarasca, 
oye cómo bullen tormentas ancestrales, 
cómo ordenan letra tras letra - 
cuentos de viejos tiempos 
y canciones de nuevos pesares! 

Emprende y tu canción de esas, 
canta me, moza, a pena, 
canta cómo el hermano al hermano vende, 
cómo perecen juventud y fuerza, 
cómo llora pobre viuda 
y cómo sin casa sufren niños péquenos! 

¡Canta, o calla, vete! 
¡Que mi corazón ya palpita - volará, 
volará, en bosques, - vuelve en sí! 
Allá, donde tierra gruñe y resuena 
de gritos temerosos malignos 
y canciones de tumba antes de la muerte. 
Allá. allá tormenta rompe ramas, 
y espada en laurel las recoge; 
boquiabiertos temerosos barrancos, 
y chilla en ellos grano de plomo, 
y de la muerte la dulce sonrisa esta allá 
la fría tumba es dulce descanso. 

Eh, esas canciones y esa sonrisa 
¿qué voz va a gritármelas, las cante? - 
¡Qué sangrienta borrachera yo levante, 
de la que el amor enmudece, 
y entonces solo yo a cantar emprenderé 
a cuanto amo y a cuanto añoro!. "

JADGI DIMITAR

Vivo es él, vivo es! Allá en el Balkán, 
hundido en sangre, tumbado suspira 
hombre bravo de profunda en pecho herida, 
hombre en su juventud, su fuerza varonil. 

¡A un lado su fusil tirado, 
a otro espada en dos partida; 
ojos obscurecidos, su cabeza se balancea, 
entre labios maldice al universo entero! 

¡Tumbado el bravo, pero en los cielos 
el sol parado enfadado arde; 
campesina canta por los prados perdidos, 
y la sangre aun más abundante derrama! 

Es la cosecha. ¡Cantad, esclavas, 
éstas canciones tristes! ¡Brilla, tú sol, 
en ésta esclava tierra! Ha de morir 
y ese bravo hombre. ¡Pero calla, tú corazón! 

Aquel, quien cae en lucha por la libertad, 
él no muere: éste lastiman 
tierra y cielo, naturaleza y fiera, 
y cantores canciones para él riman. 

De día le guarda el águila sombra 
y lobo paciente las heridas le lame; 
encima suyo, halcón, ave gallarda, 
y él al hermano, al hombre bravo cuida. 

¡Cae la noche - sale la luna, 
estrellas cubren el arco del cielo; 
el bosque bulla, el viento susurra, - 
el Balcán canta canción del haiduto! 

Y náyades de blancos vestidos, 
hermosas, bellas, canción emprenden - 
silenciosas adentran las verdes hierbas 
al lado del hombre bravo vienen, se sientan. 

¡Una con hierbas la herida le venda, 
otra le rocía con agua fresca, 
tercera veloz en la boca le besa, - 
y él la mira - querida, sonrienta! 

"¿Dime, hermana, dónde - el Karadga? ¿Dónde están mis camaradas fieles? ¡Dímelo, y llevate al alma mía, - yo quiero, hermana, aquí que muera!" 
Y palmean con manos, y se abrazan, 
con canciones ascienden por los cielos, - 
vuelan y cantan, hasta que amanecen, 
y buscan el alma del Karadga. 

¡Pero amanece ya! Y en el Balcán 
el hombre tumbado, su sangre derrama, - 
el lobo le lame la herida profunda, 
y el sol aun más enfadado arde - en llama. 

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