HORACE GREGORY

Milwaukee, Wisconsin  (Estados Unidos), 1898- Shelburne Falls, Massachusetts, 1982


EL TIMBRE DEL CARTERO ES ATENDIDO EN

TODAS PARTES

Dios y el diablo en estas cartas,
guardadas en baúles de hojalata, tiradas al canasto,
o catalogadas en archivos:
amor, odio y negocios, copias mimeográficas,
circulares,
conocimientos de embarque, comunicados oficiales,
rendimientos de cuentas. Aun la carta anónima dice, no te olvides.

Y en la larga lista, el deán Swift a Stella,
Walpole a Hanna More, Carlyle a Jane-
¿y qué fueron las "Gálicas" de César sino cartas
de crédito para el imperio futuro?
No me olvides,
Yo me presentaré ante el mundo con laureles;
recordarés la cabeza de bronce, 
y el perfil en la moneda.
Suena el timbre, y es el periódico de la mañana y nuevas cartas,
la fecha del correo 10 P.M. "Es para mí un esfuerzo el escribirte; he envejecido.
Tengo dos hijas y un varón, y el negocio prospera,
pero mi pelo está blanco; ¿por qué no vernos para almorzar?
Hace tanto tiempo que no nos vemos;
dudo que me reconozcas si das un vistazo rápido
a mi abrigo y mi sombrero, y los ves desaparecer
en una calle llena de gente...

"No te olvides..."Oh, no debes olvidarte
que me tuviste en tus brazos mientras el cuarto pequeño
temblaba en la oscuridad: ¿recuerdas la luz sutil, violeta, entre los árboles a la mañana siguiente en 
el parque?
Puesto que soy una mujer, ¿cómo podría olvidar
las artes del amor en una hora,
cómo podría cerrar los ojos ante un espejo,
creer que no me quieren, que manos, labios, senos son solamente sombras más profundas tras de la puerta
donde todo es negro?...

"O Perdona la impertinencia; el sueño que tuve
anoche fue de tu rostro; era un rostro de niña,
coronada con una cabellera de sol, o pálido bajo la luna,
más de una niña que de una mujer, me seguía
dondequiera que mirase, traspasaba todo cuanto yo veía,
como prueba de que tú no puedes dejarme, de que estoy
siempre a tu lado..."

O "Unicamente yo soy responsable de mi muerte" O "Soy blanca, cristiana, soltera, de veintiún años".
O "Acepto
con gran placer su invitación". O
"¿Recuerdas aquella
noche en el Savoy-Plaza?" O, "Soy yo quien vio la caída de Francia...
"Mientras las cartas son puestas aparte, otro timbre
suena otro día; no es todavía, quizá demasiado
tarde para
recordar las palabras que nos dejan desnudo en su presencia,
el aviso,
"No me ha olvidado;
estas líneas fueron escritas por una mano oculta hace doce horas. No conteste a esta dirección. Estas son las últimas palabras que le escribo.

Comentarios