ADOLFO COSTA DU RELS


Sucre-Bolivia, 1891-Francia, 1980


Vacío, vacío, vacío en sí y en torno a sí! 
Vacío atroz confirmado vez a vez por la ausencia 
que coincide exactamente con el silencio 
como si el uno fuera la replica del otro. 
Ay! no poder llenar ya este vacío de esperanza! 
Vacío inmensurable y empero fragmentado 
En número angustiado, ilimitado 
De pequeños vacíos 
Cuotidianos, conmovedores, ridículos, estúpidos... 


Vacío el escritorio donde a menudo su frente 
Sus manos, se posaban... Testigo acaso de las primeras penas; 
Vacío en los cuadernos de las tareas diarias 
Donde peleaba el niño antaño con problemas; 
Vacío de las frases que no alcanzaban complemento, 
Garabateadas, diríase a ocultas, en un rincón; 
Frase inconclusa: sujeto y verbo: YO AMO... 
Amó. Eso es todo. Mas sabremos a quien? 

Quien fue el ser encantador, exquisito diablillo 
Cuyo misterio guarda tanta gracia todavía? 
Ah! Ese vacío dejado en algún sitio del espacio 
Por un nombre que vibro breve instante, 
Calló luego, de pronto, mosquito que va a morir, 
Morir porque es preciso... El invierno esta ahí... 

CANCIÓN

Tú que te vas sin compañero, 
vigila sombra y azar. 

Tú que vas a noche clara, 
Vé con la estrella polar. 

Tú que vas en el crepúsculo, 
haz tu provisión de amor. 

Tú que al partir nada esperas, 
he aquí tu urna de ceniza... 

Tú que te vas, te vas yendo, 
Preguntaste, quien allí abajo te espera? 

SONETO

Como sois parecida, Señora, a quien yo amaba, 
igual es vuestro acento a su voz inerte, 
murmura extrañamente, y hace su eco mas fuerte 
en la oquedad del pecho cerrado a la esperanza. 

Como os asemejáis a aquella a quien yo amaba... 
Yo sufro al contemplar, aunque me sepa a muerte, 
huir de vuestros ojos donde vence a la muerte 
la luz de aquellos ojos que la sombra ya hollaba. 

Y, no obstante, yo iría donde vuestro albedrío 
me ordenara; alargara mi sufrimiento frío, 
adorador extraño de un recuerdo piadoso, 

para que mi ternura con la faz sonriente 
se esfuerce en revivir ese viaje insistente 
de cada vez que exploro vuestro mirar dichoso. 

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