JOHN PEALE BISHOP

Charlestown-Estados Unidos, 1892-Hyannis, 1944

EL RETORNO

De noche oímos la cadencia de fuertes pisadas
De la salida de  tropas, las últimas cohortes partieron
Por  la Puerta Norte. Esa noche algunos escucharon al atardecer
Inclinando sus párpados  hacia  Septentrión.
La mañana atronó y los jóvenes derribaron los trofeos
Y adornos de guerra: los arcos eran fuertes
Pero  bajo el sol solo  piedra; la conquista se acabó
Cercadas  nuestras columnas, todo nuestro ánimo  se derrumbó
En  fragmentos. En el polvo,  ancianos con penachos
Blancas cejas engullidas como   caras quemadas por el sol, 
Fueron cayendo. Pero no más de los que pudiéramos recordar
El viejo lobo de mar, los nombres de los soldados y de  los  escultores.
No sabíamos que el final estaba cerca: ni porqué
llegaba; sólo que mucho antes del final
Muchos deseaban  morir. Entonces los buitres hambrientos
Sobrevolaron más lentamente  el cielo.
Todavía  había impuestos. La sal estaba cara. Los soldados desaparecidos. 
Ahora  había mucha bebida y lascivia
Las casas  alborotadas toda la noche con altercados. Pero sólo
Por un tiempo. Pronto las tabernas no tenían tejados
Es extraño pero fueron los jóvenes,  casi niños,
Quienes primero abandonaron la esperanza; el viejo aún vivía
Un poco, por fin, un poco de vida en los ojos.
Era la joven cuyo hijo no sobrevivió.
Algunos dormían bajo las ruinas, hasta
Los rostros de los dioses se congelaron. Luego vino el miedo.
Algunos hubieran respondido en  sueños, pero restaurada la mañana
Interrogatorio. Entonces Oh! entonces, oh! ruinas
Templos de Neptuno invadidos por el mar
Y los delfines veloces como arroyos deportivos
Como  luz solar  cabalgó sobre el suelo veloz
El mar se desplegó y lo que era azul se convirtió en plata.

Traducciòn Ignacio Pemàn

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