De China
XLVII
Sin
salir de casa se conoce el mundo.
Sin asomarse a la ventana,
se ve el Tao del cielo.
Cuanto más se sale hacia fuera,
tanto más pequeño es el conocimiento.
Por eso,
el sabio sin necesidad de salir, sabe todo.
Sin necesidad de ver, tiene claridad.
Sin necesidad de obrar, deja todo acabado.
Sin asomarse a la ventana,
se ve el Tao del cielo.
Cuanto más se sale hacia fuera,
tanto más pequeño es el conocimiento.
Por eso,
el sabio sin necesidad de salir, sabe todo.
Sin necesidad de ver, tiene claridad.
Sin necesidad de obrar, deja todo acabado.
LXXVII
En
todo el mundo,
no hay nada más blando que el agua.
Pero en su forma de destruir lo duro, nada la iguala.
Nada puede transformarla.
Que lo débil vence a lo fuerte.
Y lo blando a lo duro, es sabido por todo el mundo,
mas nadie se rige por ello.
no hay nada más blando que el agua.
Pero en su forma de destruir lo duro, nada la iguala.
Nada puede transformarla.
Que lo débil vence a lo fuerte.
Y lo blando a lo duro, es sabido por todo el mundo,
mas nadie se rige por ello.
Así
un sabio dijo:
Quien toma la suciedad del reino para sí,
es el señor en el ofrecimiento de sacrificios.
Quien toma la infelicidad del reino para sí, es el rey del mundo.
Quien toma la suciedad del reino para sí,
es el señor en el ofrecimiento de sacrificios.
Quien toma la infelicidad del reino para sí, es el rey del mundo.
Las
palabras de verdad son enrevesadas.
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