TATSUJI MIYOSHI


Japón, 1900-1964


LA ORILLA DEL CIELO

¿De dónde vienes, viajero de las lejanías,
que descansas sobre los desnudos árboles de invierno?
Entre neblinas, flexibles las copas de los árboles
se arquean, crujen, susurran,
enfrentándose al clima en la orilla del cielo.
Miro las alturas y escucho los lejanos sonidos.
Las hojas secas se apilan sobre las caídas
bajo los agradables rayos de sol;
los resistentes capullos ya se han formado
y aquellos retoños pronto se abrirán.
El viento del mediodía se detiene en lo profundo de los valles,
bajo los árboles, sobre las rocas,
convertido en viajero que se enrosca a mis congelados dedos,
y se suspende en la punta de mi meñique
para indicarme así la ruta que hoy debo seguir.

POEMAS ANTE UNA BEBIDA ALDEANA

El día ha declinado

El día ha declinado.
Llena tu taza de sakí, lo demás es vano.
Cántate tus poemas.
Pronto la luna flotará sobre los pinos.

LA TAZA DE SAKÍ ES PEQUEÑA

Aunque la taza de sakí es pequeña,
en un mundo donde muchos son falsos,
sólo confío en esta compañera de mi ocaso.
No conozco otra manera.

UNA FAMA PÓSTUMA

Una fama póstuma
le puede llegar a cualquiera,
no vale ni lo que cuesta una tacita de sakí.
Así decía mi maestro.
Y yo sigo las palabras de mi maestro.

UN MURMULLO SOBRE MI ALMOHADA

En mitad de la noche ante una selección
de mi poesía que se revela únicamente
por mi falta de talento.

Mi poema
tal vez sea un intento

mi casa
quizá sea endeble

perdida en cada uno de los días
de mi trashumancia,

mis versos, fortuitos,
tal vez sobrevivan solo unos días

tal vez solo sean un recuerdo
del pasado, del presente, del futuro.

CORDERO

Cordero,
afinas tu oído hacia el azul del mar,
saltas sobre la valla que te apresa,
trotas por las dunas y retozas con tu sombra.
Mi poema es un cordero recién nacido esta mañana:
parpadea ante el rastro de las mareas
y persigue nubes que se alejan.

ONDULA EL SILENCIOSO GRAN IZO

Estabas aquí contemplando
las ramas del pino donde revolotean los gorriones.

Estabas aquí descansando sobre la hierba marchita.
La hierba aún sigue marchita.

El otoño apenas fenece y
el sol de invierno parece tan distante, tan pequeño.

En el sendero del valle de sombrías colinas,
el silencioso granizo se acerca ondulante;
ondula el silencioso granizo.

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