JAIME FONTANA

Tutule-La Paz (Honduras), 1922-Tegucigalpa, 1972

REGRESO AL PRIMER VERDE

He venido hasta acá porque la vida
con fronteras exactas me asediaba,
he venido de lejos: pretendía
embriagarme de espacio y libertad,
ver mi pupila en el azul diluida,
quitar toda la herrumbre de mi espíritu,
bañándolo en las fuentes de mi primera edad;
quería festejar a mis retinas
con orgías de luz lejana,
con derroches de forma y de color;
he venido hasta aquí porque sentía
sed de paisaje, sed de clorofila,
avidez de montaña, hambre de sol...
Y estoy aquí, tendido en la hojarasca,
las hojas -allá arriba- recortan el zafir,
pero ¿qué significan las lluvias de azahares
que el follaje desata sobre mí?
¡Ah, -si no me equivoco- mi naranjal amigo
me está retribuyendo los suspiros que di!

-¿Te acuerdas todavía
de aquel abril dorado, hace unos años?
Allí escribiste los primeros versos
para el ideal de entonces, que prefirió ser nada,
y en cada espina de mi fronda oscura
hay siquiera una sílaba clavada..
Guardas aquel amor, mi juventud
quedóse prisionera entre tus ramas,
yo guardo tu dolor y tus suspiros,
tú guardas todo...menos la esperanza;
esa se fue conmigo, se hizo añicos
contra la ruda arena de la vida,
surgió de nuevo entre las ruinas grises,
más rebelde, más fuerte... dejó de ser la misma...

¡Ojalá que sí hubiera cuajado esa ilusión!
Ojalá - dice mi alma-, volando hasta aquel día
de ayer, en que el futuro fingía florecer -,
ojalá -dice ahora- pero no es lo que ansía
porque no puede ansiarse lo que no puede ser....
Mas el dolor que quiso ser eje de mi vida
ya no hará de mis sueños sumisa caravana,
ya logré rebelarme, y haré de cada herida
un surco en que se gesten los trigos del mañana.

Han pasado esos años, y todo está como antes:
el naranjal, las aves, la eterna lejanía......
¿El? Está como entonces, no ha cambiado, sus ojos
siguen siendo la noche donde florece el día;
yo sé que al fin ha vuelto, de nuevo para verme,
mas, aunque él es como antes, el pasado no es hoy;
él en nada ha cambiado, pero ya no es el mismo,
pero ya no es el mismo porque he cambiado yo.
Sé que todo concluye
y a los minutos prófugos no volveré a llamar,
todo concluye -sí-, pero el paisaje
se esmera en repetirme aquel abril
y en mí siento que un átomo rebelde
se encapricha en gritar:
¡Eternidad!

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