De Venezuela
Nogueira, Portugal, 1940
NO SIEMPRE LA PLAYA ES MAR
El perro se acuclilla frente al mar
y se posa.
En sus lánguidos ojos
observa los movimientos de olas y mareas,
olfatea aquel aire
para sacudir el cuerpo
que le pesa,
calado por las alzas y bajas
de aquellas aguas inocentes,
con sus playas perdidas.
Son el muro, el suyo,
largo muro indiferente.
Recoge sus patas delanteras,
apoya el hocico en las arenas,
viene la noche, lo adelgaza,
y desaparecen sus ojos.
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